Hipócrates, en el siglo V a.C., ya sostenía que “es nocivo para la salud ingerir más alimento que el necesario para conservar la normal constitución corporal” y recomendaba la “realización de ejercicio físico para contrarrestar dichos excesos”. ¡Han pasado casi 2500 año y seguimos en las mismas!
La prevalencia del sobrepeso en la población occidental aumenta a ojos vistas cada año; constituye un frecuente motivo de consulta por una preocupación estética, ya que el michelín baja la autoestima, y también por ser causa de otros problemas de salud como síndrome metabólico, HTA, diabetes tipo 2 e hígado graso entre otros. El sobrepeso producido por un acúmulo de grasa en el tejido adiposo se considera un cuadro inflamatorio crónico y, si no es directamente la causa, sí contribuye al agravamiento. En el tejido graso hay también células del estroma, inflamatorias, endoteliales, células madre, y todas ellas pueden verse afectadas. El cuadro inflamatorio de bajo grado genera una hipoxia celular, que favorece el estrés oxidativo que perpetuará la situación, dando lugar al conocido efecto “yo-yo”. También agravará la resistencia a la insulina, con la perpetuación de un círculo vicioso.
Para la gestión de los recursos energéticos y el mantenimiento del peso corporal, no solo hay que seguir los consejos de Hipócrates, sino además disponer de un sano y eficiente metabolismo. Este término se refiere al conjunto de reacciones bioquímicas que suceden en el organismo dirigidas a la obtención de energía, generación y mantenimiento tisular y eliminación de los desechos. Todas estas acciones deben estar en la adecuada proporción y orden.
Recordemos que los principales macronutrientes son los carbohidratos, grasas y proteínas, combustibles que participan en los procesos metabólicos y resultan útiles para las células. En éstas, la energía se produce en las mitocondrias: unas estructuras presentes en el citoplasma y que son en realidad antiguas bacterias que se unieron a nuestras células. Ciertas células, como las del tejido nervioso o las del corazón, tienen más mitocondrias que otras, ya que precisan más energía para realizar sus funciones.
En la regulación del metabolismo es determinante la acción de las hormonas tiroideas y la insulina sea para las reacciones anabólicas (formación de tejido), o catabólicas (destrucción del mismo para su sustitución).
Suele aparecer con la edad y más frecuentemente en las mujeres un cierto grado de hipotiroidismo; nos hace engordar y por eso no nos gusta, pero no deja de ser una herencia ventajosa desde el punto de vista evolutivo. Nuestros antepasados cazadores y recolectores no tenían las tres comidas al día que disfrutamos nosotros y un metabolismo ralentizado les consentía aguantar sin comer y conservar energía en forma de grasa. Un leve hipotiroidismo es además cardioprotector. La práctica de ejercicio intenso por la mañana activa el sistema linfático, favorece la sudoración y compensa la deficiencia de hormona tiroidea.
En la membrana celular se encuentran también receptores para la insulina, la hormona anabólica por excelencia que promueve el depósito de energía en forma de grasa. Existen diferencias individuales en el número y sensibilidad o resistencia a la insulina, de modo que la respuesta orgánica a la misma dieta variará de persona a persona. Aquí también, cierto grado de resistencia a la insulina constituyó en su momento una ventaja, al favorecer el acúmulo de grasa que consentía mantenerse vivos más tiempo en periodos de hambruna.
Hoy en día, sin embargo, las condiciones y los alimentos son muy distintos a los de nuestros antepasados y es oportuno corregir ciertos hábitos para mantener un metabolismo adaptado a la situación actual.
Las células tienden a recurrir a la glucosa para la obtención de energía, pero cuando ésta falta o nos encontramos en reposo por la noche con bajos niveles de insulina la obtienen a partir de la grasa. De ahí que sea necesario dormir las horas suficientes cuando se desee bajar de peso.
Una alimentación rica en azúcares (bollería, harinas y cereales refinados, etc.) como es frecuente encontrar en muchas mesas favorece la hiperglucemia, la aparición de trastornos inflamatorios de todos los tejidos y una tendencia aumentada a patologías crónicas. La glucosa amenaza a las células también a través de la llamada glicación o caramelización: reacción química entre este elemento y proteínas que se acumula en las células dando como resultado la formación de productos finales de la glicación o AGEs (por su sigla en inglés Advanced Glycation End products) y causa múltiples problemas como la neuropatía y la nefropatía diabética. Este fenómeno, con la oxidación inherente a todo proceso metabólico, afecta a los huesos, articulaciones y arterias; favorece el deterioro cognitivo y el envejecimiento prematuro de la piel. La oxidación se agrava con la polución, el humo de tabaco y, cómo no, el estrés.
La aumentada resistencia a la insulina favorece la aparición de osteoporosis: los elevados niveles de insulina dificultan la absorción del magnesio necesario para el remodelamiento de los huesos. Esta condición favorece la deficiencia de omega 3, vitamina D, magnesio. Será de interés la suplementación mientras persistan estas irregularidades metabólicas.
Para evitar estos fenómenos y los detestados michelines, deberemos, por una parte, apostar por una alimentación rica en fibra y cocciones al vapor o fuego bajo. Es recomendable también consumir alimentos crudos como frutas y verduras, ricas en antioxidantes y, por supuesto desterrar de nuestra mesa los dulces, pasteles y azúcares de absorción rápida. Todo lo que contiene fibra soluble (crucíferas como coles de Bruselas, brócoli, rúcula, col rizada, rábanos) ralentizan la conversión de los carbohidratos complejos a glucosa, y evita que se dispare la insulina. Las grasas sanas, fibra, verduras fermentadas y vinagre tienen efecto saciante.
Entre las 5 y las 7 de la mañana se produce una liberación de las llamadas hormonas del estrés: epinefrina, norepinefrina y cortisol que aumentan la glucemia, de modo que se recomendará ejercicio en ese momento y seguir con un desayuno que contenga grasas saludables como aguacates, aceite de oliva, algo de proteína o fruta fresca. En contraposición de parte de la mentalidad cotidiana, una dieta hipocalórica favorece la pérdida de masa muscular. En cambio, la grasa se mantiene, por lo que, más que restricciones calóricas, lo más recomendable es escoger correctamente los alimentos, tanto por sus propiedades como su procedencia.
El ejercicio físico regula los niveles de azúcar en sangre y potencia la acción de los antioxidantes, ayudando a prevenir la glicación. Unos buenos hábitos de descanso, dormir lo suficiente tras una cena temprana y muy ligera para que las células quemen grasa con una cetosis nutricional y bajar los niveles de estrés será también beneficioso.
El mantenimiento de la adecuada flora intestinal tendrá un efecto beneficioso para evitar la inflamación. La población urbana tiene una biodiversidad inferior a los que viven en el campo. Caminatas por la naturaleza, jardinería, contacto con animales, diversidad en la alimentación y consumo de alimentos fermentados ampliarán la presencia de una microbiota saludable.
Laboratorios Heliosar nos ofrece algunos algunos nutricéuticos reseñables para el cuidado del metabolismo.
PRINFORMAT es de interés para la regulación metabólica cuando se observe tendencia a la impregnación toxínica con aumento de colesterol, ácido úrico, y un enlentecimiento metabólico por debilidad tiroidea. Nutrirá la función hepatobiliar y pancreática. A todo ello contribuye la vitamina B9, esencial para el metabolismo y la síntesis de proteínas y tejido óseo; la vitamina B5 contribuye al adecuado metabolismo de carbohidratos, proteínas y lípidos; la vitamina E brinda importante acción antioxidante y las vitaminas D y K son esenciales para el metabolismo del calcio y mantenimiento muscular. El calcio presente en la elaboración no se limita al mantenimiento del hueso: tiene también numerosas funciones metabólicas, principalmente en el transporte a través de la membrana celular y estabilización de la misma.
Las acciones mencionadas se complementan con las plantas medicinales integrantes del remedio (Nasturtium officinale, Equisetum arvense, Taraxacum officinale), que ayudan al mantenimiento de la glucemia y grasas sanguíneas, favorecen la síntesis proteica, facilitan la eliminación de los desechos promoviendo la diuresis y tienen acción antioxidante y antiinflamatoria. Brindan además una acción protectora sobre el hígado y vías biliares.
PRODIOZYM contiene probióticos a base de Streptoccoccus thermophylus, Lactobacillus plantarum, Pedioccoccus pentosaceus, enzimas digestivas como amilasa y papaína y Zinc, todos ellos necesarios para una correcta actividad digestiva y metabólica. Previene trastornos inflamatorios a nivel del tubo digestivo y ayuda a preservar la correcta permeabilidad de las mucosas.
PRODIOZYM contiene probióticos a base de Streptoccoccus thermophylus, Lactobacillus plantarum, Pedioccoccus pentosaceus, enzimas digestivas como amilasa y papaína y Zinc, todos ellos necesarios para una correcta actividad digestiva y metabólica. Previene trastornos inflamatorios a nivel del tubo digestivo y ayuda a preservar la correcta permeabilidad de las mucosas.
PRINIDEN contiene, entre sus componentes vegetales, Perilla frutescens, de reconocida sobre la inflamación y el sistema cardiovascular. Asimismo, esta planta es fuente vegetal de omegas 3-6-9. Se ha observado la relación inversa entre el consumo de estos compuestos y la ganancia de peso, con la expresión de mediadores y biomarcadores inflamatorios. También presenta en su composición vitaminas B1, B2, B3 y C, así como magnesio, todos ellos con acción sobre el corazón y la regulación de lípidos y glúcidos, que tan desajustada está en el síndrome metabólico y otras afecciones asociadas a obesidad.
COMPLECOL es otro nutricéutico de gran interés para el reequilibrio orgánico. La acción sinérgica de todos sus ingredientes le confieren acción antiinflamatoria y reguladora del metabolismo. La presencia de Cnicus benedictus rico en lactonas como cnidina y benedictina, además de otras importantes cepas como Curcuma y Gentiana lutea le otorga acción antiinflamatoria. COMPLECOL contiene por otra parte hierro y la sal silícea, ambos elementos fundamentales para el normal funcionamiento del sistema inmunológico, SFM (sistema fagocítico mononuclear), acción en la que también participan las sales yatrochymicas Kalium phosphoricum, Magnesium phosphoricum.
COMPLECOL es otro nutricéutico de gran interés para el reequilibrio orgánico. La acción sinérgica de todos sus ingredientes le confieren acción antiinflamatoria y reguladora del metabolismo. La presencia de Cnicus benedictus rico en lactonas como cnidina y benedictina, además de otras importantes cepas como Curcuma y Gentiana lutea le otorga acción antiinflamatoria. COMPLECOL contiene por otra parte hierro y la sal silícea, ambos elementos fundamentales para el normal funcionamiento del sistema inmunológico, SFM (sistema fagocítico mononuclear), acción en la que también participan las sales yatrochymicas Kalium phosphoricum, Magnesium phosphoricum.
IMPORTANTE: Suplementar la dieta con complementos alimenticios NUNCA es sustitutivo de una alimentación variada y saludable.
Nunca hay un único factor causante de este proceso, conociendo que tanto los factores genéticos como epigenéticos y otros muchos como la edad o el sexo, pueden tener un papel primordial en su desarrollo.
Muchos factores como el tipo de alimentación poco natural, la vida sedentaria y estresante de hoy dia, la falta de sueño y el propio proceso de envejecimiento, con disminución de muchas hormonas como las sexuales, la HCG (hormona del crecimiento) y el IGF-1, contribuyen a la reducción de la masa muscular, favoreciendo un aumento del tejido adiposo, potenciado todo esto, por la disminución de la actividad física en la población general y sobretodo en mayores de 65 años.
El principal factor es la ingesta desequilibrada de la cantidad o calidad alimentaria. La modulación del apetito y la sensación de saciedad se regula por señales neuronales y hormonales desde el aparato gastrointestinal, páncreas ó el propio tejido adiposo, regulando de igual forma el gasto energético. En el sobrepeso y la obesidad hay alteraciones de la resistencia a la leptina y a la insulina y una inadecuada supresión de la ghrelina con un aumento de la ingesta y una disminución del gasto calórico.
El estrés es otro de los condicionantes de la ingesta, existiendo una gran relación entre ésta y el estado anímico. Nuestro sentir induce a modificar la calidad de los alimentos, seleccionando consciente o inconscientemente, aquellos que activan la serotonina y la dopamina activando los circuitos de “recompensa” en un intento de llenada de un vacío emocional.
Podemos constatar pues que el sobrepeso es una condición propiciada por múltiples factores, como ocurre por otra parte en cualquier proceso orgánico. Se debe evitar el reduccionismo y no limitarnos a contar las calorías que ingiere el paciente. Se recomendará, sí, una alimentación equilibrada adecuada a sus necesidades; ejercicio físico, preferiblemente por la mañana para activar el metabolismo; y contaremos con la ayuda de los productos antes descritos para favorecer una adecuada regulación metabólica y conseguir el anhelado “peso ideal” y, lo más importante, una buena salud.