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La paradoja inflamatoria: cuanto más alerta, más vulnerables

16 de diciembre de 2021

El término inflamación es pronunciado cada día por millones de personas, casi siempre otorgando a este concepto una connotación negativa, cuando la inflamación en realidad constituye un útil mecanismo que tiene como finalidad la reparación de un tejido que ha sido dañado. Así, por ejemplo, tras una herida vemos aparecer las conocidas cuatro columnas del proceso inflamatorio: calor y rubor (la vasodilatación favorece la llegada de los elementos reparadores y la zona se enrojece y calienta), dolor (indica el bloqueo del normal fluir energético) e impotencia funcional (el órgano o tejido, durante su curación, no puede realizar correctamente sus funciones).

En una situación normal, fisiológica, una vez resuelta la lesión debería desaparecer la respuesta inflamatoria, pero, con frecuencia creciente, esto no es lo que se observa. Nuestro sistema inmunológico, encargado de la defensa del organismo, se encuentra cada vez más en situación de alerta permanente. A ello contribuye la interminable cantidad de nuevas sustancias con las que entramos en contacto en el día a día, el estrés y la falta de sueño, alguna infección no completamente resuelta, hábitos tóxicos, consumo de alimentos proinflamatorios, etc.

En estas situaciones, el estado inflamatorio tiende a convertirse en crónico, fenómeno que se observa con bastante frecuencia en el intestino. A través del tubo digestivo el organismo entra en contacto con alimentos no siempre saludables y aditivos cada día más abundantes; así, una dieta inadecuada, el consumo de excitantes, alcohol y medicamentos administrados por vía oral, son agentes agresivos que propician una condición mantenida de inflamación intestinal de intensidad variable. Como consecuencia de la misma, se producen alteraciones en la permeabilidad de la mucosa y se consiente el ingreso en el organismo de sustancias inadecuadas.

Esta condición indeseable se expresa en forma de sintomatología digestiva como cambios en el ritmo deposicional, distensión abdominal, flatulencia, dolor y permanente sensación de malestar. Los efectos negativos no se limitan al aparato digestivo, sino que dicha afección, probablemente por la alterada permeabilidad de la membrana mucosa, se ha relacionado otros trastornos como diabetes, enfermedades degenerativas, crujidos articulares, problemas de corazón e incluso patología autoinmune. También se le atribuye responsabilidad en casos de pérdida de memoria y deterioro cognitivo, cuadros cada día más frecuentes en nuestra sociedad y que revelan la existencia de una inflamación soterrada, ya no beneficiosa, que puede dañar células y tejidos sanos.

Es conocido el papel de la microbiota en el mantenimiento de la salud. Nos referimos a la importante población bacteriana que nos habita, numéricamente diez veces superior al conjunto de nuestras células y que, en gran medida, se encuentra en la luz intestinal. La relación con nosotros, su hospedador, suele ser mutualista, con un proceso de adaptación en el que deben participar ambas partes.

Entre las funciones conocidas de la flora destaca su papel para el suministro de nutrientes esenciales como vitaminas, aminoácidos y ácidos grasos, así como hacen digeribles ciertos componentes de la dieta como las pectinas y glicosaminoglicanos. Son asimismo fuente de energía para las células, favorecen el peristaltismo, ejercen mecanismos de auto control del crecimiento de las colonias bacterianas y, de manera importante, participan en el desarrollo de la inmunidad y el control de la respuesta inflamatoria.

Para mantener un equilibrio correcto en la flora digestiva y las condiciones de la mucosa, la alimentación deberá ser rica en frutas y verduras coloridas, fuentes de antioxidantes. Habrá que reducir los productos proinflamatorios, sobre todo el azúcar refinado, alcohol o tabaco y evitar en lo posible alimentos artificialmente procesados. Una correcta higiene de vida incluirá la práctica de ejercicio físico moderado, adecuada ingesta de líquidos, descanso suficiente, evitar el sobrepeso y, cómo no, el control del estrés.

Nuestras Recomendaciones

A continuación, se describen los productos nutricéuticos de Laboratorios HELIOSAR que resultarán de utilidad para aliviar este cuadro:

Complecol

Complecol

Se encarga de la nutrición de tejidos y situaciones con predisposición hiperreactiva, tendencia a la inflamación crónica o recidivante, alteraciones en la permeabilidad de membrana y trastornos que cursen con dolor. Resulta de utilidad en trastornos digestivos y alteraciones del normal tránsito intestinal. Entre los ingredientes de COMPLECOL destacan las sales bioinorgánicas yatrochymicas  Kalium phosphoricum y Magnesia phosporica,  que alivian  los trastornos inflamatorios, refuerzan el sistema inmunológico y resultan de utilidad en trastornos del peristaltismo, espasmos digestivos y flatulencia. La Silicea contenida en el remedio es fundamental para la nutrición. Contiene, a su vez, hierro, con un papel relevante en la inmunidad y el mantenimiento general. Las cepas vegetales spagyricamente preparadas, Curcuma xanthorrhiza, Gentiana lutea y Cnicus benedictus, ejercen, gracias a sus fitocomponentes, una acción tónica sobre el sistema inmunológico, modulan la respuesta inflamatoria y alivian los trastornos digestivos, la distensión abdominal y el meteorismo. Brindan acción beneficiosa ante los cólicos abdominales y cualquier trastorno doloroso. Ayudan, además, al control de la población bacteriana de la luz intestinal y tienen acción regeneradora de la mucosa. La cúrcuma es un reconocido modulador inmunitario y de la respuesta inflamatoria, además de un anestésico y un antioxidante natural. Por su lado, la genciana tiene actividad reconocida sobre los procesos inmunológicos crónicos. Cnicus benedictus, o cardo bendito, dirige la acción hacia la función digestiva, además de tener componentes antioxidantes.

Defensas Prodiosar

Defensas Prodiosar

En la población occidental se observa una elevada tasa de disbiosis intestinal, o desequilibrio en la microbiota, que se ha relacionado con debilidad del sistema inmunitario y menor protección de la barrera mucosa. La alteración de la flora se relaciona también con una disminución de los AGCC (ácidos grasos de cadena corta), vinculados con la prevención de patología como cáncer colorrectal, síndrome metabólico e inflamación intestinal. De igual manera, la disbiosis se asocia a diabetes, obesidad y alergias. Provocará, por otra parte, síntomas digestivos, como enteritis, diarrea, flatulencia, espasmos y distensión abdominal dolorosa.

DEFENSAS PRODIOSAR contiene como cepas probióticas Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus plantarum, Bifidobacterium lactis, y los prebióticos como fructooligosacáridos, que en el intestino grueso son fermentados por la microbiota, estimulando el crecimiento y la actividad, y fibra, al igual que vitamina C, que potencia la capacidad defensiva del organismo y la integridad de las mucosas.

El mantenimiento del organismo, la preservación de nuestra inmunidad deberá, pues, atender las condiciones para que las funciones fisiológicas se desarrollen correctamente, modular la respuesta inflamatoria y velar por el cuidado de la benéfica microbiota. Cuando se rompe el correcto equilibrio, fenómeno conocido como disbiosis, se agravan los problemas químicos o biológicos, en el interior del cuerpo, especialmente en el tubo digestivo, favoreciendo la inflamación mantenida con las consecuencias negativas para toda la salud.